¿Dónde estaba la Mujer? Sesgos Machistas en la Evolución Humana

Hoy hablamos de sesgos machistas y damos un salto hacia atrás en la Historia para reflexionar sobre la evolución de nuestra especie.  

Las teorías acerca de la evolución del ser humano son complejas de demostrar y refutar, ya que se basan en especulaciones e inferencias a partir de una muy pequeña cantidad de datos objetivos. Desde la arqueología y etnografía se formulan preguntas para ofrecer interpretaciones, y estas preguntas e interpretaciones están en gran medida influidas por el contexto sociocultural de quien las plantea (históricamente, varones blancos occidentales). Si hasta en las ciencias exactas y naturales existen sesgos machistas… cómo no van a existir en las ciencias sociales. 

Quizá el concepto más importante en este sentido es el desarrollado por S. Washburn y C. Lancaster1 acerca de que muchas de las características en las que pensamos como específicamente humanas están relacionadas causalmente con la caza, siendo por tanto esta actividad, realizada por los hombres, el principal motor de la evolución cultural humana, frente a la mujer, quien tendría solo una mera aportación biológica a través de la reproducción de la especie. 

Esta teoría da a entender que solo la mitad de la especie – la mitad masculina – hizo algo que contribuyera a la evolución. Sin embargo, ninguna de las habilidades necesarias o desarrolladas para la caza (coordinación, buena visión, planificación) están ligadas específicamente al cromosoma Y.

Es un ejemplo de sesgo machista describir a estas mujeres prehistóricas y sus hijos total o parcialmente dependientes de los varones en cuanto a la alimentación. En los grupos cazadores-recolectores actuales, las mujeres pueden recoger normalmente suficiente alimento para mantenerse a sí mismas y sus familias. En estos grupos la recolección significa la mayor parte de la dieta, y no hay ningún motivo para pensar que esto no fuera así en el Pleistoceno. 

Por otro lado, las nuevas investigaciones demuestran la existencia en la Prehistoria de mujeres cazadoras en América, apreciable a través de algunas excavaciones en los Andes, especialmente en algunas del altiplano andino de Wilamaya Patjxa, donde se encontró un enterramiento humano con restos óseos femeninos acompañados de herramientas de caza prehistóricas.

Es el propio Washburn quien en 1960 propone el término “dilema obstétrico”, para describir el desarrollo evolutivo de la pelvis humana y su relación con el parto y el embarazo en homínidos y primates no humanos. El cambio de postura cuadrúpeda a bípeda en los homínidos antecesores dio lugar a una pelvis más estrecha, con el canal del parto anguloso (un ángulo de 90 grados entre el útero y la vagina). Estas modificaciones conllevan mayor dificultad para el parto, con lo que hace miles de años comenzó a tejerse alrededor del proceso del parto una red de apoyo hacia la hembra/mujer parturienta. Aunque evidencias posteriores critican esta explicación desde el punto de vista físico, lo que sí parece claro es que es solamente en nuestra línea evolutiva en la que comienza a existir esta red de cuidados. Y es esa nueva red de cuidados la que parece ser a su vez origen y consecuencia de la evolución social y cultural de los homínidos. 

Se ha prestado mucha atención a las habilidades requeridas para la caza, y muy poca a las necesarias para la recolección y crianza de la infancia. Largos periodos de dependencia infantil, nacimientos más difíciles y mayor periodo de gestación exigen también mayor habilidad en la organización social y en la comunicación. 

Por último, para explicar la duración inusual de la vida post reproductiva en el ser humano, así como la existencia de la menopausia, única en nuestra especie, se ha recurrido a lo que se conoce como la «hipótesis de la abuela». Propuesta por primera vez por Peter Medawar en su ensayo de 1952, la hipótesis sugiere que las hembras post-reproductivas que ya no pueden producir más hijos pueden continuar promoviendo su contribución genética a las generaciones futuras3.

Las hembras mayores pueden hacerlo ayudando a sus hijos existentes a sobrevivir y criar a sus nietos (quienes portarán algunos de los genes de su abuela). De esta manera, los genes que promueven la supervivencia post-reproductiva fueron favorecidos por la selección natural, impulsando la evolución de vidas más largas post-reproductivas.

La sugerencia de Medawar ganó protagonismo más recientemente gracias a una investigación pionera realizada por Kristen Hawkes y sus colegas, y a los datos emergentes sobre los efectos de la abuela en las poblaciones humanas de fertilidad natural5.

Por ejemplo, se descubrió que las abuelas maternas aumentan la supervivencia de sus nietos en una población rural de Gambia, y un notable conjunto de datos de los siglos XVIII y XIX de Finlandia reveló que la presencia de una abuela materna o paterna se asoció con un aumento sustancial en el éxito reproductivo de toda la vida de su descendencia.

Como muchos otros ámbitos de estudio, la Prehistoria ha sido transmitida basándose en erróneas ideas sobre el género, prejuicios sexistas que forman parte de la cultura patriarcal. Estas tres teorías – la mujer recolectora, el dilema obstétrico y la hipótesis de la abuela – vienen a aumentar nuestro conocimiento sobre la evolución de la especie, y demuestran que no solo los hombres -cazadores- contribuyeron a ella, sino que, de hecho, el papel de la mujer en la misma fue probablemente mucho mayor de lo que se teorizó inicialmente.

En conclusión, el creciente protagonismo de las mujeres en la investigación sobre la evolución humana ha precipitado un protagonismo igualmente creciente de las mujeres en la evolución misma. Las revisiones a las investigaciones previas, desligadas de sesgos de género, nos podrán aportar más luz sobre el protagonismo de la mujer en la evolución humana.

Autora: Estrella Sánchez-Gamborino del Río, médica especialista en MFyC y miembro del Gdt Atención de la Mujer de la Somamfyc

Bibliografía:

  1. Washburn S, Lancaster G. The Evolution of Hunting. Man the Hunter. Routledge; 1968.
  2. Linton SJ. La mujer recolectora: sesgos machistas en antropología. 1991 Jan 1;35–46.
  3. Medawar PB. An unsolved problem of biology. London: H.K Lewis For U.C.L; 1952.
  4. La Teoría de la Evolución y la menopausia [Internet]. http://www.intramed.net. [cited 2023 Nov 20]. Available from: https://www.intramed.net/contenidover.asp?contenidoid=93828
  5. Hawkes, Kristen, James F. O’Connell, and Nicholas G. Blurton Jones. 1989. “ Hardworking Hadza Grandmothers.” In Comparative Socioecology: The Behavioural Ecology of Humans and Other Mammals, edited by V. Standen and R. A. Foley, 341–66. London: Basil Blackwell.
  6. ‌vladiempresa. Prehistoria Feminista: el papel de la mujer prehistórica [Internet]. El Feminismo. 2021 [cited 2023 Nov 20]. Available from: https://elfeminismo.com/articulos-sobre-feminismo/prehistoria-feminista-el-papel-de-la-mujer-prehistorica/#:~:text=La%20idea%20de%20que%20los
  7. ‌Marylène Patou-Mathis. El hombre prehistórico es también una mujer. LUMEN; 2021.
  8. Anderson A, Chilczuk S, Nelson K, Ruther R, Wall-Scheffler C. The Myth of Man the Hunter: Women’s contribution to the hunt across ethnographic contexts. PLoS One. 2023 Jun 28;18(6):e0287101. doi: 10.1371/journal.pone.0287101. PMID: 37379261; PMCID: PMC10306201.
  9. de B. Hijos de un tiempo perdido. Grupo Planeta (GBS); 2004.

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